2 dic 2010

¡POBRE UNIVERSIDAD!

Un reconocido estudioso de los totalitarismos es el profesor de origen hispano alemán Juan José Linz, profesor de Ciencia Política en la prestigiosa Universidad de Yale, y Doctor Honoris Causa, entre otras Universidades, por la Universidad Autónoma de Madrid. Linz viene a definir los fascismos como ideologías de carácter negativo por lo que rechazan; así, un régimen fascista es “hipernacionalista, antiparlamentarista, antiliberal, anticomunista, antiproletario, anticapitalista, antiburgués, no clerical y populista”. Con la reaparición de estos movimientos a partir de la década de 1970 se empieza a hablar de neofascismo.


Esta aversión de los moviemientos totalitarios a todo lo que suponga un obstáculo en su camino de sojuzgar a toda la sociedad no es patrimonio exclusivo del nazismo, el fascismo o el franquismo (sobre todo de los primeros años), sino que, y durante un periodo de tiempo mucho más prolongado, ha pertenecido y pertenece a los regímenes de izquierda: la Unión Soviética y la Europa socialista (hasta antes de ayer), China, Cuba y, cada vez más, Venezuela (hoy mismo). Y también pertenece al mundo islámico en general, donde el cristianismo se incluye dentro de la lista de ideas a perseguir: Pakistán, Egipto, Arabia Saudí, Irán... 


Los que consideramos la libertad del individuo como el principal valor de nuestra cultura occidental y como el derecho universal más valioso que posee el ser humano, podemos creernos a salvo del sometimiento a un pensamiento único en nuestras sociedades democráticas. Pero eso es, sencillamente y por desgracia, una ilusión y una falacia.


Parece adecuado que un ciudadano español, licenciado en la Universidad Pontificia de Salamanca, Doctor por la Universidad de Munich, y uno de los máximos expertos en las relaciones Iglesia-Estado en el siglo XVI, dé una conferencia en una universidad española. Y que los estudiantes, ávidos de saber y con una mente joven e inquieta, anhelen escuchar a una persona bien formada de quien tanto se puede aprender. Pues bien, parece que la Universidad no es el sitio adecuado. Una vez lo fue, pero ya no. Ahora se ha convertido en el cuartel general de las juventudes hitlerianas del radicalismo actual, que como buen fascismo es antieclesiástico. Porque este señor es Monseñor Rouco Varela, que además de ser una persona preparada representa a muchos millones de españoles, que además son católicos. Esta vez le ha tocado al Presidente de la Conferencia Episcopal. Pero ya le ha tocado antes a Rosa Díez (socialista), José María Aznar (conservador), Pío Moa (historiador)... Por desgracia viene siendo habitual este tipo de actuaciones, pero con el agravante de que las autoridades competentes no garantizan la libertad de expresión, que ahora, por lo visto, sólo la puedes ejercer si piensas y hablas de determinada manera.


En 1933, fueron los propios estudiantes de la Universidad de Colonia los que asaltaron la biblioteca universitaria y quemaron los libros que el Partido Nazi había proscrito. Hoy son los "antifascistas" los que recogen el testigo de los camisas pardas en la Universidad, con la complacencia de quien debería impedir que eso sea una realidad en la España "plural y democrática" del siglo XXI. Y mientras, periódicos nacionales de tendencia, dicen, progresista, no denuncian este asalto a la libertad de expresión que un día fue su razón de ser. Qué pena.

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