29 nov 2010

ECONOMÍA DOMÉSTICA

Hace unas semanas acudí, casi por accidente, a una conferencia de Leopoldo Abadía. Digo casi por accidente, porque, aunque había leído alguno de sus escritos, no recordaba el nombre de alguien tan genial como para simplificar hasta el extremo algo tan complejo como la economía de las grandes esferas, o "macroeconomía", como se conoce de manera habitual. Mi admirado Abadía habló de la crisis. No es algo novedoso, corriendo los tiempos que vivimos, pero sí lo es que se aporten soluciones realistas. Y mucho más original que, más allá de las acostumbradas recetas que incluyen inevitablemente expresiones como: "diálogo social", "agentes sociales", "convenios colectivos", "gasto público", etc., Abadía hablase de administrar un país como se administra una familia.

¡Qué cosa! ¡Como una familia! Yo no soy economista. Y estoy seguro de que la mayor parte de las personas que lean estas líneas tampoco lo son. Pero de lo que estoy seguro es de que la falta de conocimientos teóricos sobre el mundo del dinero se ve de sobra compensada por un fortísimo sentido común; por cierto, no tan poco común como dice la sentencia ("el menos común de los sentidos"). En nuestras cortas luces todos entendemos fácilmente la receta, y nos parece acertada. O nos pareció a los que abarrotábamos una sala de 2.000 personas de aforo. A ver que opinan ustedes: si una familia gasta más de lo que ingresa, tiene un grave problema. Ya está. Fíjense qué sencillo. Si se aplica la "navaja de Ockham", que se puede resumir en la idea de que la solución más sencilla suele ser la más acertada, este principio da norte de lo que debe hacer una familia para no tener problemas financieros: no gastar más de lo que se ingresa, o, lo que es lo mismo, evitar endeudarse en la medida de lo posible. Si quiere gastar más y llegar a fin de mes, pues busque ingresos extra. A lo mejor me equivoco, pero probablemente esté Vd. de acuerdo conmigo.

Para mí, un país es una familia, pero grande. De esas de las películas de Pepe Isbert pero multiplicada por varios millones. En esa familia hay hijos (debería haber muchos, porque son el futuro), abuelos (cada vez más viejos pero más sabios, y por tanto útiles), amigos que son como de la familia, padres que ingresan su sueldo y padres que administran lo que ingresan otros padres. Los buenos padres deben ser buenos administradores, porque quieren el bien de su familia. Y como quieren su bien, calculan para que no falten zapatos, leche y fruta, agua, electricidad... En fin, lo que hace falta para vivir con dignidad. Esa buena gestión permite ahorrar un poco por si vienen gastos extraordinarios, y da, muchas veces, incluso para algún capricho.

Yo conozco a una familia de 46,5 millones de miembros, en la que sus padres se empeñana en gastar mucho más de lo que se ingresa. En esta familia hay abuelitos mayores que necesitan muchas medicinas, hermanos mayores que ya trabajan (o trabajaban) y aportan (aportaban) a la economía familiar, pocos niños, unos papás esforzados que trabajan de sol a sol... Pero esta familia tiene un grave problema: algunos de sus miembros están enfermos, son adictos. Su adicción requiere muchísimo dinero, y la mamá administradora les da todo lo que piden, aunque eso no permita comprar leche. Hay otros que se han metido en negocios para enriquecerse rápido y a lo grande; pero como lo han hecho mal, mamá tiene que arreglar sus problemas financieros, y ahora les van a cortar la luz. Otros reniegan de la familia, pero mamá los quiere tanto que les da todo lo que piden (y un poco más), así que ellos tienen zapatos nuevos pero los hijos responsables heredan el calzado de los mayores. A papá le han bajado el sueldo, y... ¿qué hace mamá? Pues pedirle más. ¿Qué va a hacer? Pedir más, y no reconocer que la familia tiene un problema. Y no lo reconoce hasta que no recibe una carta del banco diciéndole que van a embargar la casa. Entonces sí reconoce que hay un problema, cuando están todos descalzos, hambrientos y alumbrándose con una vela. Mamá decide tomar cartas en el asunto. Hay que arreglar la situación financiera. ¿Cómo? Le pregunta a las vecinas, a sus amigas... Casi todas las familias del barrio tienen el mismo problema, y cada cual aplica las soluciones que cree más adecuadas. ¿Qué hace nuestra mamá? Pues fácil: NADA. Bueno, eso no es del todo cierto: pide más dinero a papá, y al abuelo, y a los amigos que son como de la familia y que viven con ellos. ¿por qué? Pues porque para salir de ese agujero, lo mejor es gastar más. ¡GASTAR MÁS! Más dinero para las adicciones, para los malos aventureros, para los hijos díscolos... ¿Qué creen Vds., pobres mortales que entienden tan poco de economía como yo, que va a pasar? En mi humilde opinión les van a embargar la casa. Mucho me temo que los niños van a pagar la hipoteca, y sus hijos, y sus nietos...

Esta mañana leo que Estonia, una familia de 1,5 millones de miembros, que hace 20 años vivía en una chabola, va a entrar en el Euro. Si eso es así es porque cumple los criterios de convergencia, los mismos que países llenos de presuntos "brotes verdes" como España (que no es Irlanda, ni Grecia, como dice mamá Salgado hasta la saciedad, a ver si a fuerza de repetirlo llega a creérselo ella misma) incumple de largo. Pero esa familia ha tenido los mismos problemas que España. Despidieron a algunos de los hijos mayores, les subieron la hipoteca, etc. ¿Qué ha hecho su mamá? Pues lo que cualquier madre responsable: "mira hijo, no hay para una nueva Nintendo"; "si quieres salir con tus amigos, búscate un trabajo, porque la asignación semanal la necesitamos para hacer la compra"; "echa una mano en casa, que papá tiene que echar horas extras". En Estonia han dicho eso mismo, y los hijos se han enfadado; es muy duro renunciar a los caprichos de una vida regalada. Pero eso es administrar con lealtad y cariño, y eso es educar (educar de verdad, no meter ideas vacías en la cabeza de los infantes). Los minsitros se han bajado el sueldo un 20%, se han olvidado de gastar más con planes absurdos como el "Plan-E", se ha flexibilizado el despido, se ha dejado de gastar sin cabeza, a la par que se han subido algunos impuestos... Y lo han pasado mal. Pero ya saben, "a grandes males, grandes remedios". Pero a mí me parece razonable. A mí me ha pasado particularmente (a lo mejor es algo muy particular de mi vida personal, no sé a Vds. si les ha pasado) que cuando he ganado más y gastado menos, ¡oye,  mi economía se ha saneado! ¡Qué cosas! ¿Verdad? Ahora Estonia sí que tiene brotes verdes, pero de los buenos; como ejemplo, en el último año su producción industrial ha crecido un 31%, las exportaciones un 54%, ahora tiene calificación A por las agencias de rating... ¡Y sin rescatar a hijos aventureros con los ahorros de la familia!

Se me ocurre pensar que para que una familia funcione tiene que tener sentido de familia; eso para empezar. Y también se me ocurre que cuando la mamá es incapaz de tomar decisiones, por dolorosas que sean, los problemas que inevitablemente surgen se alimentan y crecen sin techo. Hay una familia que vive entre el Mediterráneo y el Atlántico, muy cerca de África, que tiene graves problemas de adicción, algunos miembros en paro, hijos discolos, desagradecidos y egoístas, una hipoteca grandísima... y sobre todo una mamá que se ha metido en la cama, bien tapadita con el edredón, calentita, convencida de que, si cierra los ojos, el tío del saco se irá por voluntad propia. ¡Pobre familia!

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